Qué leve me mecería, si fuera, acaso…
Tu cuerpo, las luces del día,
La claridad podría encontrar,
esperarla contigo, si se diera…
Mientras en mi regazo…
Ahora dibujas
pensamientos de quienes no respirarán tu aire,
Es ahora, que coloco,
un esbozo asintiendo
esa pobre idea que sin mi,
fluyes en tu paisaje favorito.
Otra vez el color de tu sonrisa se apaga,
Y me desvanezco en encontrarme.
Cuánto más daría pero falta:
Tú desliz de lápices que me pinten la noche,
Cada día, cada tarde,
cada codo a codo que podría...
Porque es la tentativa de mi espera,
No busco el secreto,
no quiero que me lances a los que se sueñan…
Porque estar cerca no indica mucho,
Lo espiritual de ti, algo;
Pero solo me definiría:
Si tuviera tu
cercanía,
tu espíritu a mi lado y si te fundieras en mí,
tal como si fuéramos una misma sombra,
pero una vivaz como esa estrella que refulge y estalla.
No más seré…
Tu serás y tal vez con el destiempo rías en mis brazos,
(Cuando estén cansados)…
Quizás…
Auqnue cosecharía mi mejor compañía,
En algunas lejanas tierras,
Sin sorpresas o con un brillo éfimero.
Últimamente las arpas, armónicas, violines,
no sonaron en el salón desvelado que me guarda.
Los peces muertos de un río viven en mares de soberbia.
La codicia se codeó con un amigo que ganó su pelo y perdió sus mañas.
Últimamente!...
estoy en la barandilla indeterminada del espíritu y la materia,
en el fuego cruzado de los besos que se apagan al llegar el resplandor
de la mañana,
en el insomnio protagonizando la diáspora de la mente,
en los carteles felices de hoy que recuerdan indultos pasados.
Últimamente: los últimos serán los primeros,
los primeros serán los últimos,
¡pero la victoria hay que alcanzarla!
Últimamente, los malvones de mi idilio,
tuvieron tanta agua que se pudrieron.
Es que tus ojos son,
soles donde tus rayos me calientan;
tu mirada, un bosque
encantado,
entre la prisa de las cosas,
tu no saber silenciar las voces que te poblaron,
serenidad y ternura
-pareciendo que se desliza-
como no pretendiéndola,
En ese ritmo de pureza,
Inquietud, hastío, tempestades,
Que obtuviste sin intuir...
Y te lo trajeron
-para moldear tus
maneras-.
Lacónica, amadísima
en el onirismo...
Cartas que me reparto
(como de si de ti vinieran),
Directo a mi corazón mal escrito,
manuscrita la letra de tu amor,
un dibujo de tu mano,
que empuja el agua de alivio,
cae como llovizna, lentamente,
sobre mis alforjas, para llenarlas.
Porque no conoces que,
soy un barco que no
puede navegar sin tu mar,
Derroche de un tiempo que no lo tiene,
Queriendo alcanzar,
la alegría
-permanente-
que me escondes,
Mientras me quedo en tierra,
anclo, me detengo.
Es porque no se evapora tu desdicha en mi boca,
mi consuelo, mis palabras, mis papeles...
Ese no coincidir en realizar el puente de esos sueños,
Que tantas veces dejamos ir
(como el humo de un tabaco).
Pero ahora me irgo, tomo aire,
respiro con mis fuerzas...
me pongo a esperar las mariposas,
Una señal, jardines
floreciendo,
tu volcán llevándose la desazón,
redimirme, revivir con tu lava,
un regalo definitivo,
una ofrenda a tus dioses, a los míos,
a los caminos tomados sin temple,
sin juicio,
cuando hemos desparramando nuestra copa,
a la salud de los que nos acompañaron,
abrazaron, amaron...
y brindaron con nosotros;
aunque,
debemos mirar,
la onda que íntima,
nos incita,
golpea el cristal,
bebernos,
lentamente,
el elixir de los dos.
Así cambiamos -posibles maravillas-
por nuestro festín.