Rescatar viejas monedas de tus sueños,
que cegarme puedan en éstas horas de hastíos y quebrantos,
para llenarme el alma de inquilinos que pregonan infortunios,
estirándose hasta mí.
Hacerme amigo de la fama, solo entre tus formas...
ya cerca de estallar estás como la flor en primavera,
y tu vaso desparramando sobre mi camisa:
el canto de otros dioses, las voces de esos paisajes lejanos,
idolatrando caminos que se cubrieron de la enramada
(que el viento al pasar dejó).
Veo pasar los autos cuando la nada misma llegó a la ciudad:
Sus horas no me declinaron!
Los relojes no me pudieron!
Los látigos de esas voces no me convencieron!
Los desdenes no me mataron con sus dagas!
Veré cómo, cuándo y dónde me encauce a ti,
si antes no te burlas por lo que he sido
(con éstos papeles que inundaron de miel mis retratos,
las partidas, placeres en fuga).
No me descubras!
mira con los ojos el arco iris que te brindo,
para que brotes como la vertiente frente al asedio,
que la tierra sedienta de mi ser te reverencia,
aun en sus grietas
(en días que se cortan como el aire de tu paso).
Rosa y café de la noche:
dejas los espectros en silencio.
que cegarme puedan en éstas horas de hastíos y quebrantos,
para llenarme el alma de inquilinos que pregonan infortunios,
estirándose hasta mí.
Hacerme amigo de la fama, solo entre tus formas...
ya cerca de estallar estás como la flor en primavera,
y tu vaso desparramando sobre mi camisa:
el canto de otros dioses, las voces de esos paisajes lejanos,
idolatrando caminos que se cubrieron de la enramada
(que el viento al pasar dejó).
Veo pasar los autos cuando la nada misma llegó a la ciudad:
Sus horas no me declinaron!
Los relojes no me pudieron!
Los látigos de esas voces no me convencieron!
Los desdenes no me mataron con sus dagas!
Veré cómo, cuándo y dónde me encauce a ti,
si antes no te burlas por lo que he sido
(con éstos papeles que inundaron de miel mis retratos,
las partidas, placeres en fuga).
No me descubras!
mira con los ojos el arco iris que te brindo,
para que brotes como la vertiente frente al asedio,
que la tierra sedienta de mi ser te reverencia,
aun en sus grietas
(en días que se cortan como el aire de tu paso).
Rosa y café de la noche:
dejas los espectros en silencio.
GENIO DE TU IMPERICIA, ENVIDIARTE FUE POCO...
MI TIEMPO Y MIS HORAS SE CUENTAN...
AMO TU ETERNO REMOLINO DE ORO TIRADO A LA BASURA.
PELAS CON LOS DIOSES COMO SI NADA...
MI MANO EXTIENDE SEÑALES...
TU ESPADA SOBRE MI HOMBRO QUE NO VIENE.
NUNCA MI PUÑAL LASTIME TUS ARROGANCIAS,
NI LOS RESTOS DE MI HUMILDAD!
CUANDO LA NOCHE MÁS CÁLIDA LE ROBE A ELLA MI PRESENCIA
-DE ÉSTO QUE SOY AHORA-
Y ADVIERTA,
SIN GUARECERSE DEL YO DESCARNADO,
EN EL FRAGOR LA PIEL SUDANDO, PROLONGANDO:
LA CONTINUIDAD EN EL PARAÍSO DEL ÉXTASIS
¡SU ÚLTIMO REFUGIO!
MI TIEMPO Y MIS HORAS SE CUENTAN...
AMO TU ETERNO REMOLINO DE ORO TIRADO A LA BASURA.
PELAS CON LOS DIOSES COMO SI NADA...
MI MANO EXTIENDE SEÑALES...
TU ESPADA SOBRE MI HOMBRO QUE NO VIENE.
NUNCA MI PUÑAL LASTIME TUS ARROGANCIAS,
NI LOS RESTOS DE MI HUMILDAD!
CUANDO LA NOCHE MÁS CÁLIDA LE ROBE A ELLA MI PRESENCIA
-DE ÉSTO QUE SOY AHORA-
Y ADVIERTA,
SIN GUARECERSE DEL YO DESCARNADO,
EN EL FRAGOR LA PIEL SUDANDO, PROLONGANDO:
LA CONTINUIDAD EN EL PARAÍSO DEL ÉXTASIS
¡SU ÚLTIMO REFUGIO!
Entre la vehemencia, el ahogo,
la sutil desfachatez, mi insolencia,
mis caudales, los ramos me crecen
Despierto al viento que me toma arropándome,
en arrullo, el candor de su estadía,
para decirme,
e indicarnos la calma de la certeza
-de esperar el brote de la vida-:
e invitarte a cálidos susurros,
que recorren las almas del tiempo que maduró,
de los días bebiendo el cóctel del paraíso,
tomarnos los frutos de nuestras pieles
regando de caricias y dulzor...
llenarnos de nosotros y abrigarnos,
y el sueño con ojos abiertos para derramarte
-siembras de felicidad al caer una tarde sobre las manos-
como racimos que se desgranan...
uno a uno al arrancarlos de la parra.
¡Oh lejana y cercana capacidad!
-de envolver-
el mundo en
"tu mundo".
Vivo cada momento,
pensando que no habrá
más que armonía,
sonando como violines
-una melodía que se entrelaza-
el lenguaje sagrado de la paz
-sin cansancio de rutinas-
prolongándose:
en el beso, tu abrazo,
tus pasión y el vaivén:
meciendo tu cuerpo de éxtasis,
explotando cuando renazco
(al encontrarte en los territorios)
donde dibujaré
"la burbuja"
que se elevará alto, muy alto:
con mi corazón que te llevará
a gritos y euforia,
aún,
cuando cuando ni una palabra me salga,
y no pueda escribirte,
ni retratarte en imaginerías
y deba renunciar a mí
-para dejar el espacio a
otros colores que me precederán-
abandonando éste,
mi precedente de ser,
y pintarte por completo
"antes que todas las campanas nos llamen".