Te iré deshojando,
flor de aromas que escondes en tu ser,
ese espacio recóndito,
y me envolverás en lo terso,
que me convertirá la piel en tu sombra,
llenándome de ti;
de manera que me abatan al llegar a tu néctar,
misterios del día nuevo,
tu fuego sagrado, tu sonrisa diaria,
para que me dibuje otro vuelo con tu alma de carmesí:
última cortesía que me queda por consumar!
flor de aromas que escondes en tu ser,
ese espacio recóndito,
y me envolverás en lo terso,
que me convertirá la piel en tu sombra,
llenándome de ti;
de manera que me abatan al llegar a tu néctar,
misterios del día nuevo,
tu fuego sagrado, tu sonrisa diaria,
para que me dibuje otro vuelo con tu alma de carmesí:
última cortesía que me queda por consumar!
Será que la calma se apodera,
que por mi vaso vacío al tener certeza,
que no estará lleno,
se me antepone al cotidiano cansancio,
certeza...
Aunque -y así- mi voluntad lo dicta,
quisiera siempre beberme todo...
por eso como erguido continúo,
escondo mi fuego frente a tu vista,
ante los ojos de tu beldad que no diré
(ni al viento)
¿miedo que me apagues de un soplo,
acaso?
Salgo a exprimir tu flor en mis aposentos!
que por mi vaso vacío al tener certeza,
que no estará lleno,
se me antepone al cotidiano cansancio,
certeza...
Aunque -y así- mi voluntad lo dicta,
quisiera siempre beberme todo...
por eso como erguido continúo,
escondo mi fuego frente a tu vista,
ante los ojos de tu beldad que no diré
(ni al viento)
¿miedo que me apagues de un soplo,
acaso?
Salgo a exprimir tu flor en mis aposentos!
En hórrido destino de mis simientes te buscaré,
será en el viento que cante una canción,
que abra de las rosas sus capullos
(al llegar los rugidos -en cadencia-).
Y cuando caiga la noche,
Tenderé el puente de nuestra unión,
A tu salud brindaré:
Tomaré de las
estrellas deseos que fulguran,
Lazos de nuestros sueños cubrir…
Uniendo los cuerpos , volando,
E inventando otro
anhelo cándido,
(Que nos redima)
de esa gloria que no alcanzamos.
Que los sonidos se confundan ,
se nos tornen en cantos de sirenas,
que el aire entone por
los rincones
(como violines suenen, dulcemente).
Y la historia que grabaré
en ti
Es el monumento de mi mano que te escribe,
Describe, detalla …
Y continúo, solemne,
entercado,
Hasta Seguir elevando mi oración…
Y repitiendo la
maravilla,
hasta que de éste viaje termine nuestro trajín,
perseguiré esa imagen que nos
sabe -agua- y
riegue nuestras almas
(con pinceladas de caricias)
Sobre un lienzo de tu semblante
(siempre a mi orilla);
y nos deje detenidos en una obra,
queriendo éste cielo único,
eterno, propio,
que avance en quimeras,
(sin periplos)
Y que guardé en mis recónditos jardines,
Celosamente.